Williamescos

Sitio de los Williamescos: Compañeros de Generación de los años 50 del Colegio Williams en la Ciudad de México. La base de este grupo de muchachos de la tercera juventud es quienes cursamos el 1ro de primaria en 1951 y salimos en 3ro de secundaria de 1959. Desde entonces nos hemos venido reuniendo regularmente sin faltar un solo año. Este sitio es para tratar los temas de la amistad, las raíces compartidas, y el afecto por la escuela que ayudó a forjarnos.

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domingo, 21 de noviembre de 2021

Aniversario “LXX” Años de Haber Entrado al Colegio Williams

 Generación 1951 – 59

El viernes 19 de noviembre del 2021 nos reunimos once ex alumnos de la Promoción 1951-59 del Colegio Williams para celebrar nuestro Aniversario “70 Años de haber entrado al colegio Williams”. Los asistentes fuimos: Jesús Pontones, Miguel Ángel Barrientos, William Wood. Jesús Goyeneche, Vicente Zarazúa, José Rodríguez, Marco Antonio Sordo, Fernando Hidalgo, Rodolfo Vega, Luis Gutiérrez, y José Luis Vega. 

Antes de iniciar nuestra histórica crónica, la consideración atenta obliga a expresar nuestro sincero agradecimiento, en primer lugar, al gruñón de Willie Wood por su magnífica organización y el sabroso pastel de aniversario. Es la primera vez que fuimos a la cantina el Baluarte de Oro allá en la colonia Artes Gráficas, en la alcaldía a espaldas de la chingada. El lugar es agradable, pero difícil de llegar, el tráfico es nutrido. Nosotros tardamos de Jardines del Pedregal hasta la cantina una hora y media. La comida fue más o menos buena, los precios razonables, y tienen promociones comunes a las cantinas, que, en nuestro caso, era que con tres copas consumidas la comida costaba apenas $3.00. Así es, tres copas hacen que tres tiempos cuesten cada uno un peso. 

Como Pepe Luis no tomo alcohol, sino tan sólo pidió sus refrescos, empezó a quejarse que la comida le había salido más cara que al resto de nosotros por ser abstemio, pero así es su vida: no le gusta tomar, pero como le gusta joder. En cambio, Rudy y Luis tuvieron que pagar todas sus bebidas y comidas a la carta, ¿por qué? Vete tu a saber, quien entiende los razonamientos tenebrosos de las cantinas.

En segundo lugar, nuestro sincero agradecimiento a nuestro sorpresitas Chucho Pontones que, en cada reunión anual, nos deleita con un obsequio. En esta ocasión nos trajo un escudo del Williams con una “W” la cual nos fue pegando en nuestros sacos, chamarras y/o pijamas como el caso de Chucho Pelucho que se sentía muy elegante con su chongo y frescas pijamas de viejito. Claro, cada vez que nos colocaba nuestras Ws, nos manoseaba nuestros pectorales y pezones. Las malas o románticas lenguas de nosotros pensamos que poco a poco Chucho está saliendo del closet. Aparte. Se tomó la molestia de diseñar un portarretrato individual para cada uno de nosotros en donde, aparecíamos cuando niños recién entrados al Williams y la foto de ahora en donde no solamente nos vemos viejos y arrugados, pero brillamos por nuestra sabiduría. Muchas gracias querido Chucho Pontos, como le decía Popi, por tan tiernos detalles de recordarnos el principio y la actualidad de 70 años de recorrido del colegio Williams y de nuestra amistad; por cierto, en la foto de Luis de niño, se ve muy propio y decente, como cambió.

Es menester señalar que faltaron algunos de nuestros compañeros que tradicionalmente nos acompañan en los convivios anuales. De los doce confirmados sólo faltó por razones desconocidas nuestro querido cítrico, Juanito Limón. Por supuesto, extrañamos a Jelipe Diez Martínez, Gustavo Castillo "Mosco" y Nacho García Téllez, quienes habiendo confirmando su asistencia se disculparon de no ir por motivos de fuerza mayor como la gripe de Felipe, la pulmonía del Mosco y los trámites administrativos de Nacho. Claro, como Nacho no explicó que trámites tenía que hacer tuvimos una sesión investigativa e imaginativa en las cuales algunos opinaron que había ido a recoger una herencia, otros pensaron que se estaba volviendo a casar y los malos pensados opinaron que no había ido porque no le dio la rechingada gana. 

Claro, nosotros los recordamos y brindamos por ellos porque desde febrero del año pasado no tenemos reuniones presenciales… ¡Willis, los abrazos se requieren! También extrañamos algunos compañeros que últimamente nos han acompañado en nuestras reuniones como Xavier Lozoya y Salvador Robles.


Compensando la tristeza de estas ausencias tuvimos la alegría de la asistencia de nuestro querido Vicente Zarazúa quien llegó muy educado, fino y señorial, afortunadamente, en cuestión de minutos ya estaba hablando como hablábamos en el colegio Williams cuando teníamos ocho años de edad. El campeón vitalicio Vicente Zarazúa “Chente” a quien en cada comida se le recordaba y que, por causas desconocidas, hasta ahora tuvimos la oportunidad de estar con él y que, como El Pelucho tiene una plática tan interesante y amena, permitió que Chente se la pasara hablando por teléfono (se sentaron juntos y de manita sudada).

Así de que fuimos los siguientes cómplices, individuos, Williamescos y/o jijos del maíz a compartir el pan, el limón, la sal y el tequila de la cantina en donde bautizaron a Willie Wood. A ver si nos reconocen...

Hubo varios aspectos relevantes en la reunión que merecen destacarse, tales como:

  • Ver muy sonriente, animado y amoroso al cascarrabias de Marco Antonio quien después del susto de que casi estuvo a punto de encontrarse con Luis Cristino, Popi, Aba, Carlos, Jorge y otros, Dios le dio otra oportunidad más de estar rodando por este ingrato país. 
  •  La noticia (aun no confirmada totalmente) del fallecimiento de nuestro decano, Luis Cristino Valenzuela quien en días pasados (12 nov), se nos adelantó por un terrible accidente culpando yo, al INAH por no haber dados los permisos correspondientes y a tiempo para la reconstrucción de su antigua e histórica casa donde moraba Luis; descansa en paz querido amigo. 
  •  Hay que destacar los brindis de Chucho Pelucho, quien llego muy bonito con su chongo y ya como a las siete de la tarde se soltó su inmensa cabellera gritando que el siempre quiso ser hippy. En primer lugar brindo a los ausentes de los últimos años entre ellos a Abelardo Castañeda, Luis Cristino Valenzuela, Manuel Riestra, Munir Chalela, Roberto Lopez Peña, Francisco Gutiérrez, y Carlos Castellanos. En segundo lugar brindó a la salud de Vicente Zarazúa agradeciéndole su presencia y su amistad. En tercer lugar brindó y demandó un cordial y cariñoso saludo a la esposa de Luis Gutiérrez enfatizando que el saludo iba para la esposa y no para el pinche Luis. En cuarto lugar, no se que más carajos dijo, ya se me olvido.

Durante la comida, nos dimos cuenta de la herida tipo balazo o mordida de coyote en la mano de Pelucho. Le preguntamos la causa de su espantosa y mal oliente herida y solo se concretó, a decir: "fue un arañazo de mi gata" sin aclarar, dejando a nuestra imaginación si fue hecho por: (a) Su mascota, (b) su sirvienta cuando le agarró las nalgas, o (c)  La señora Doris Bouchot cuando no le pagó el privado del table dance. Además de solicitarle que aclare el punto, se le desea que, cuando esté leyendo la presente reseña, todos su males hayan desaparecido.

Hay que reconocer algo, no menos importante, que por primera vez Luis compartió el micrófono y nos permitió hablar entre nosotros, controlándose y evitando ser el único que hablaba. Cuando se paró con su copa en mano todos lo vimos con ojos de amargura, puesto que pensamos que ya no íbamos a poder hablar entre nosotros, sino tan sólo escuchar su interminable perorata, en especial Marco Antonio Sordo quien se hinco a rezar que su intervención fuera menos larga que los discursos de Fidel Castro. 

Luis Emiliano nuestro silencioso Flopis, tomó su copa, se paró y brindó a cada uno de nosotros empezando con Chucho Pontones, el histórico sorpresitas, mencionando a cada uno de nosotros y terminando con Pepe pistolas, un servidor. Afortunadamente, no agarró el micrófono por mucho tiempo sino solamente el tiempo necesario para mencionar el atributo de cada uno de nosotros, destacando a Miguel Ángel quien ayuda siempre al que le pide su apoyo, a Chucho que siempre tiene la soltura de mentar y regañar a cualquier cabrón que se aparta del camino, a Pepe Rodríguez por sus generosas y constantes invitaciones a sus reuniones en Cuernavaca, a Marco Antonio Sordo, su amado Pulgarcito, por ser y seguir siendo la estrella que ilumina el camino de las comidas de los martes, de Rudy, su eterno amigo y entrañable hermano por haber empezado la vida y estar terminándola juntos, y a mí, su Pepe pistolas, por haber sido el primero de los Willis que conoció en 1950. 


Gracias Tocayo por permitir la intercomunicación, aunque hay que confesar que fuiste el que más brindis hiciste, aunque hay que reconocer que fueron agradables y no olvidaste a ninguno de nosotros. Pero Luis, si me permites una sugerencia, no pidas dinero después de decir algo bonito acerca de nosotros, que te baste nuestra sonrisa y agradecimiento. 

Cada uno de nosotros tiene una opinión sobre el evento. Pepe Luis considera que fue un encuentro excelente por haber estado con los amigos. Confieso que yo (Flopis) también considero que esa siempre ha sido la diferencia entre un buen y un mal lugar, los amigos, nosotros, porque cada vez que estamos juntos las reuniones son sensacionales. Yo encontré el lugar alejado y difícil de llegar, la comida fue razonable pero no excelente, el servicio fue demorado y deficiente, a casi todos les cobraron a la carta sin descuentos.

En mi opinión, la próxima reunión tiene que ser donde generalmente hemos tenido las reuniones, el sur de la ciudad, donde es más fácil llegar, donde hay menos tráfico y donde hay facilidades de estacionar. En efecto, no importa donde estemos, si la comida es buena o mala, si el servicio es bueno o malo, lo que cuenta siempre es nuestra compañía, porque donde estemos si estamos, el evento es bueno, inolvidable e histórico.

José Luis y Yo llegamos alrededor de las tres de la tarde y nos retiramos junto con Vicente a eso de las siete de la noche. Por cierto, que interesante, los dos hijos de Chente Zarazúa estudiaron economía por lo que me dio mucho gusto que hayan seguido mi ejemplo, que pena que los míos no siguieron el de Chente y se convirtieron en tenistas internacionales.

Chucho Pelucho y Rudy Vega salieron a las diez de la noche, algo persas pero llenos de gracia y energía.  Pelucho llego a su ranchería como a medianoche con un chorrillo mata baches, por todo lo que comió, pues no perdonó al chicharon ni a la mitad de la vaca que le pusieron en el plato.

La plática fue como de costumbre, recordar una y otra vez mas cuando estuvimos en el Williams; El Pelucho como los mosquitos, se la pasó chingue y jode durante todo el evento, regañando a Luis y peleándose con Rudy. José Luis Vega tuvo la fortuna de escuchar a Miguel Ángel y platicar con Chucho Pontones. Los temas fueron sumamente interesantes como el que José Luis se esta me estoy quedando sordo, o la crema y tortillas que compra Mangel cuando va a Amecameca, o que Chucho Pontos se brincó el segundo tiempo en la comida y le faltó una quesadilla; temas que como ven revisten gran profundidad intelectual y suma relevancia internacional.

En un momento dado Rudolph Vega Pasalajarra se paró a cantar (ver foto). Querido Rudy te recomendamos que lleves tu “acordeón” cuando cantes pues ya estás como el Coque Muñiz que se le olvidan las letras; pero, bien el Flopis te hizo segunda. Cabe señalar que en una mesa contigua, se encontraba un pariente de Don Miguel Hidalgo y Costilla y Rudy se fue a convivir con esta persona y su atractiva amiga, con la cual bailo, dejándonos a la deriva por mas de dos horas, mismo tiempo que sirvió para que El Pelucho siguiera sin respiro regañando a Luis Emiliano.






En cuanto a fotos, Luis se vio algo apático pues desde que se le nombró el fotógrafo y diseñador del grupo, se pone sus moños y no llevó su cámara profesional, se concreto a usar su Samsung Galaxy Flip 8, 256 GB, en color negro señalando que es el modelo mas viejo que tiene.

Bueno, hasta la próxima, abur y ahoy, mis queridos willis!!!


Los Willis

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