Generación 1951 – 59
El viernes 19 de noviembre del 2021 nos reunimos once ex alumnos de la Promoción 1951-59 del Colegio Williams para celebrar nuestro Aniversario “70 Años de haber entrado al colegio Williams”. Los asistentes fuimos: Jesús Pontones, Miguel Ángel Barrientos, William Wood. Jesús Goyeneche, Vicente Zarazúa, José Rodríguez, Marco Antonio Sordo, Fernando Hidalgo, Rodolfo Vega, Luis Gutiérrez, y José Luis Vega.
Antes de iniciar nuestra histórica crónica, la consideración atenta obliga a expresar nuestro sincero agradecimiento, en primer lugar, al gruñón de Willie Wood por su magnífica organización y el sabroso pastel de aniversario. Es la primera vez que fuimos a la cantina el Baluarte de Oro allá en la colonia Artes Gráficas, en la alcaldía a espaldas de la chingada. El lugar es agradable, pero difícil de llegar, el tráfico es nutrido. Nosotros tardamos de Jardines del Pedregal hasta la cantina una hora y media. La comida fue más o menos buena, los precios razonables, y tienen promociones comunes a las cantinas, que, en nuestro caso, era que con tres copas consumidas la comida costaba apenas $3.00. Así es, tres copas hacen que tres tiempos cuesten cada uno un peso.
Como Pepe Luis no tomo alcohol, sino tan sólo pidió sus refrescos, empezó
a quejarse que la comida le había salido más cara que al resto de nosotros por
ser abstemio, pero así es su vida: no le gusta tomar, pero como le gusta joder.
En cambio, Rudy y Luis tuvieron que pagar todas sus bebidas y comidas a la
carta, ¿por qué? Vete tu a saber, quien entiende los razonamientos tenebrosos de las cantinas.
En segundo lugar, nuestro sincero agradecimiento a nuestro sorpresitas Chucho Pontones que, en cada reunión anual, nos deleita con un obsequio. En esta ocasión nos trajo un escudo del Williams con una “W” la cual nos fue pegando en nuestros sacos, chamarras y/o pijamas como el caso de Chucho Pelucho que se sentía muy elegante con su chongo y frescas pijamas de viejito. Claro, cada vez que nos colocaba nuestras Ws, nos manoseaba nuestros pectorales y pezones. Las malas o románticas lenguas de nosotros pensamos que poco a poco Chucho está saliendo del closet. Aparte. Se tomó la molestia de diseñar un portarretrato individual para cada uno de nosotros en donde, aparecíamos cuando niños recién entrados al Williams y la foto de ahora en donde no solamente nos vemos viejos y arrugados, pero brillamos por nuestra sabiduría. Muchas gracias querido Chucho Pontos, como le decía Popi, por tan tiernos detalles de recordarnos el principio y la actualidad de 70 años de recorrido del colegio Williams y de nuestra amistad; por cierto, en la foto de Luis de niño, se ve muy propio y decente, como cambió.
Es menester señalar que faltaron algunos de
nuestros compañeros que tradicionalmente nos acompañan en los convivios
anuales. De los doce confirmados sólo faltó por razones desconocidas nuestro
querido cítrico, Juanito Limón. Por supuesto, extrañamos a Jelipe Diez Martínez, Gustavo Castillo "Mosco" y Nacho García Téllez, quienes habiendo confirmando su asistencia se disculparon de no ir por motivos
de fuerza mayor como la gripe de Felipe, la pulmonía del Mosco y los trámites administrativos de
Nacho. Claro, como Nacho no explicó que trámites tenía que hacer tuvimos una
sesión investigativa e imaginativa en las cuales algunos opinaron que había ido
a recoger una herencia, otros pensaron que se estaba volviendo a casar y los
malos pensados opinaron que no había ido porque no le dio la rechingada gana.
Claro, nosotros los recordamos y brindamos por ellos porque desde febrero del año pasado no tenemos reuniones presenciales… ¡Willis, los abrazos se requieren! También extrañamos algunos compañeros que últimamente nos han acompañado en nuestras reuniones como Xavier Lozoya y Salvador Robles.
Compensando la tristeza de estas ausencias tuvimos la alegría de la asistencia de nuestro querido Vicente Zarazúa quien llegó muy educado, fino y señorial, afortunadamente, en cuestión de minutos ya estaba hablando como hablábamos en el colegio Williams cuando teníamos ocho años de edad. El campeón vitalicio Vicente Zarazúa “Chente” a quien en cada comida se le recordaba y que, por causas desconocidas, hasta ahora tuvimos la oportunidad de estar con él y que, como El Pelucho tiene una plática tan interesante y amena, permitió que Chente se la pasara hablando por teléfono (se sentaron juntos y de manita sudada).
Hubo varios aspectos relevantes en la reunión que merecen destacarse, tales como:
- Ver muy sonriente, animado y amoroso al cascarrabias de Marco Antonio quien después del susto de que casi estuvo a punto de encontrarse con Luis Cristino, Popi, Aba, Carlos, Jorge y otros, Dios le dio otra oportunidad más de estar rodando por este ingrato país.
- La noticia (aun no confirmada totalmente) del fallecimiento de nuestro decano, Luis Cristino Valenzuela quien en días pasados (12 nov), se nos adelantó por un terrible accidente culpando yo, al INAH por no haber dados los permisos correspondientes y a tiempo para la reconstrucción de su antigua e histórica casa donde moraba Luis; descansa en paz querido amigo.
- Hay que destacar los brindis de Chucho Pelucho, quien llego muy bonito con su chongo y ya como a las siete de la tarde se soltó su inmensa cabellera gritando que el siempre quiso ser hippy. En primer lugar brindo a los ausentes de los últimos años entre ellos a Abelardo Castañeda, Luis Cristino Valenzuela, Manuel Riestra, Munir Chalela, Roberto Lopez Peña, Francisco Gutiérrez, y Carlos Castellanos. En segundo lugar brindó a la salud de Vicente Zarazúa agradeciéndole su presencia y su amistad. En tercer lugar brindó y demandó un cordial y cariñoso saludo a la esposa de Luis Gutiérrez enfatizando que el saludo iba para la esposa y no para el pinche Luis. En cuarto lugar, no se que más carajos dijo, ya se me olvido.
Durante la comida, nos dimos cuenta de la herida tipo balazo o mordida de coyote en la mano de Pelucho. Le preguntamos la causa de su espantosa y mal oliente herida y solo se concretó, a decir: "fue un arañazo de mi gata" sin aclarar, dejando a nuestra imaginación si fue hecho por: (a) Su mascota, (b) su sirvienta cuando le agarró las nalgas, o (c) La señora Doris Bouchot cuando no le pagó el privado del table dance. Además de solicitarle que aclare el punto, se le desea que, cuando esté leyendo la presente reseña, todos su males hayan desaparecido.
Hay que reconocer algo, no menos importante, que por primera vez Luis compartió el micrófono y nos permitió hablar entre nosotros, controlándose y evitando ser el único que hablaba. Cuando se paró con su copa en mano todos lo vimos con ojos de amargura, puesto que pensamos que ya no íbamos a poder hablar entre nosotros, sino tan sólo escuchar su interminable perorata, en especial Marco Antonio Sordo quien se hinco a rezar que su intervención fuera menos larga que los discursos de Fidel Castro.
Gracias Tocayo por permitir la intercomunicación, aunque hay que confesar que fuiste el que más brindis hiciste, aunque hay que reconocer que fueron agradables y no olvidaste a ninguno de nosotros. Pero Luis, si me permites una sugerencia, no pidas dinero después de decir algo bonito acerca de nosotros, que te baste nuestra sonrisa y agradecimiento.
Cada uno de nosotros tiene una opinión sobre el
evento. Pepe Luis considera que fue un encuentro excelente por haber estado con
los amigos. Confieso que yo (Flopis) también considero que esa siempre ha sido la
diferencia entre un buen y un mal lugar, los amigos, nosotros, porque cada vez
que estamos juntos las reuniones son sensacionales. Yo encontré el lugar alejado
y difícil de llegar, la comida fue razonable pero no excelente, el servicio fue demorado y deficiente, a casi todos les cobraron a la carta sin descuentos.
En mi opinión, la próxima reunión tiene que ser
donde generalmente hemos tenido las reuniones, el sur de la ciudad, donde es más
fácil llegar, donde hay menos tráfico y donde hay facilidades de estacionar. En
efecto, no importa donde estemos, si la comida es buena o mala, si el servicio
es bueno o malo, lo que cuenta siempre es nuestra compañía, porque donde
estemos si estamos, el evento es bueno, inolvidable e histórico.
Chucho Pelucho y Rudy Vega salieron a las diez de
la noche, algo persas pero llenos de gracia y energía. Pelucho llego a su ranchería como a medianoche
con un chorrillo mata baches, por todo lo que comió, pues no perdonó al
chicharon ni a la mitad de la vaca que le pusieron en el plato.
La plática fue como de costumbre, recordar una y
otra vez mas cuando estuvimos en el Williams; El Pelucho como los mosquitos, se
la pasó chingue y jode durante todo el evento, regañando a Luis y peleándose
con Rudy. José Luis Vega tuvo la fortuna de escuchar a Miguel Ángel y platicar con
Chucho Pontones. Los temas fueron sumamente interesantes como el que José Luis se esta me estoy
quedando sordo, o la crema y tortillas que compra Mangel cuando va a Amecameca, o
que Chucho Pontos se brincó el segundo tiempo en la comida y le faltó una quesadilla;
temas que como ven revisten gran profundidad intelectual y suma relevancia internacional.
En cuanto a fotos, Luis se vio algo apático pues desde que se le nombró el fotógrafo y diseñador del grupo, se pone sus moños y no llevó su cámara profesional, se concreto a usar su Samsung Galaxy Flip 8, 256 GB, en color negro señalando que es el modelo mas viejo que tiene.