Este escrito no es tanto una crónica, sino tan solo una breve descripción de lo sucedido en nuestra comida mensual de agosto, convocada con gran entusiasmo a través de varios correos. En esta
ocasión no hubo fotos, pues no llegó el Flopis. Tampoco hubo pastel, pues no
llegaron los homenajeados de agosto.
Para empezar debo decir que su servilleta
(Pontones) llegó a las 16:20 y antes de esta hora, no tengo la menor ni leve idea
de lo que se dijo, se maldijo, se viboreó, se criticó y demás monerías con que
se ameniza mes a mes este convivio. Rudy prometió mandar unas notas para cubrir
ese espacio, pero creo que se le cruzaron algunos whiskies y nos dejó con tan solo la promesa.
Quién y cómo fueron llegando, ni idea, pero
en total fuimos ocho grandes e ilustres personajes que estuvimos presentes, empezando
con el gigante de Marco Antonio Sordo, a quién le agradezco su invitación del
vino que disfruté y gocé, al cual le debo habérmela pasado tan sabroso y bien
lubricado toda la tarde. En seguida hay que destacar a otro de los comensales, el
sibarita y bon vivant Carlos "Lord" Castellanos que nos recomendó una buena cantidad
de restaurantes y algunos no tanto.
Siguiendo el orden, a su siniestra se
encontraba Munir Chalela a quien encontré –casi, casi– reposando la comida, un
tanto calladito, medio tristón y en silencio. Cosa insólita. Pero, poco a poco como que empezó
a agarrar vuelo y energía, retomando de manera gradual sus habituales y decibélicos alaridos.
En la cabecera de la mesa, Mangel y a su izquierda nuestro Académico Fernando Hidalgo Terán y Serralde con quienes, por estar al otro extremo de la mesa no supe de que carambas hablaban. Solamente noté que mientras Terán y Serralde hablaba el 20% del tiempo, Barrientos Alducín movía los labios el 80% del tiempo restante. Claro, cuando se hizo mención de las reuniones que se tenían, los sábados, en casa de los Serralde y de todos los atractivos que tenía esa casa, entre ellos un ferrocarril a escala con todas las estaciones de la ruta México-Veracruz, como Apizaco, Perote, Jalapa, etc., etc.
En la cabecera de la mesa, Mangel y a su izquierda nuestro Académico Fernando Hidalgo Terán y Serralde con quienes, por estar al otro extremo de la mesa no supe de que carambas hablaban. Solamente noté que mientras Terán y Serralde hablaba el 20% del tiempo, Barrientos Alducín movía los labios el 80% del tiempo restante. Claro, cuando se hizo mención de las reuniones que se tenían, los sábados, en casa de los Serralde y de todos los atractivos que tenía esa casa, entre ellos un ferrocarril a escala con todas las estaciones de la ruta México-Veracruz, como Apizaco, Perote, Jalapa, etc., etc.
En seguida y a su izquierda el buen Rudy,
dicharachero como siempre haciéndonos más agradable la tertulia con uno que otro
chistorete, anécdota o aventura, dándole oportunidad de que Chalela por fin
despertara de un discreto pistito que se estaba reventado, con algún que otro ronquidito,
que más parecía gemido que ronquido. En seguida, y en el mismo orden apareció
Gustavo “El Mogli” Castillo, quién nos había abandonado desde hacía algún
tiempo atrás y con quien tuve una charla muy amena de sus estudios en la
Universidad de Veracruz, y de su trabajo en la Marina. Nos comentó que pudo tener
comunicación directa, por teléfono, con nuestro decano, Luis Cristino
Valenzuela y que se encuentra por fortuna muy bien y en franco período de
recuperación. Por su parte, El Mosco también nos comentó que el próximo lunes tendrá
una intervención quirúrgica por retaguardia, la cual le deseamos que todo marche muy, pero muy bien.
Debo decir que a consecuencia del poco interés y reducida asistencia, se convoca entusiastamente a todos los Willis a seguir asistiendo a nuestras reuniones mensuales, a fin de recargar nuestras baterías y no perder esta saludable costumbre, y recuerden: "El entusiasmo es el pan diario de la juventud. El escepticismo, el vino diario de la vejez."